En los últimos tiempos los problemas asociados a unas condiciones ergonómicas ineficientes en el puesto de trabajo están adquiriendo una importancia capital. Los trastornos de tipo músculo-esquelético (TME), relacionados estrechamente con estas deficiencias, son una clara muestra de ello. Asimismo, cada vez es más evidente la importancia de los aspectos psicosociales y organizativos del trabajo y su influencia innegable en el desempeño y salud de los trabajadores. Estas afecciones se manifiestan en millones de trabajadores en toda Europa y cuestan a los empresarios miles de millones de euros cada año. Además, cuando nos referimos a los profesionales de los centros de atención a personas dependientes en particular, estos elementos cobran una especial importancia, dado que las condiciones laborales de estos trabajadores hacen que los riesgos sean mucho mayores en su caso:
- Trabajan con un mismo colectivo, las personas mayores, muchas de las cuales presentan una elevada dependencia física y psicológica.
- Llevan a cabo su trabajo en un espacio definido –la residencia- compuesto de elementos e instalaciones similares que, por lo general, no están diseñados con criterios ergonómicos de uso que tengan en cuenta las características de los usuarios y trabajadores conjuntamente. Esta falta de criterios ergonómicos condiciona el desempeño adecuado, cómodo y saludable de las tareas por parte de los profesionales involucrados.
En cuanto a los problemas físicos relacionados con los TME, hay que seguir siempre unas recomendaciones básicas aplicadas a la ergonomía, que consiste siempre en tratar el entorno de trabajo de las personas de acuerdo con sus características específicas. Las lesiones músculo-esqueléticas afectan a músculos, tendones, huesos, ligamentos… y suelen tener carácter progresivo; es decir, se manifiestan a lo largo del tiempo. Además, normalmente no existe una única causa para ellas, sino que intervienen varios factores (trabajo a un ritmo elevado, posturas extrañas o estáticas, vibraciones, iluminación deficiente, entornos de trabajo fríos, estar de pie o sentado mucho rato en la misma posición, etc.). Sin embargo, las soluciones son muchas y, con frecuencia, fáciles de implementar y baratas.
- Disponer del espacio suficiente para realizar la tarea y utilizar el equipamiento correcto
- Asegurarse de que el equipamiento se encuentra en condiciones óptimas de uso
- Proporcionar pausas y descansos suficientes y adecuados
- Reducir la exposición que puede llegar a sufrir un trabajador sometiéndose siempre a la misma tarea, fomentando la rotación de las mismas
- Asegurar un nivel de iluminación adecuado
- Usar ayudas mecánicas siempre que sea posible
- Conocimiento adecuado de nuestro usuario, con un grado mayor o menor de dependencia (y las técnicas de movilización pertinentes para cada caso, según el paciente)
En lo que respecta a los factores psicosociales, hacen referencia a todo un compendio de mecanismos psicológicos y fisiológicos comúnmente conocidos, también, como estrés. Pueden presentar distingas formas (ansiedad, depresión, malestar general…) y acabar repercutiendo en nuestra salud física con síntomas visibles. El estrés laboral puede acarrear consecuencias graves para con el entorno de trabajo y su funcionamiento, que aún pueden tener un efecto más negativo en el personal dedicado a residencias y centros de personas dependientes. Mala utilización de las habilidades, sobrecarga de trabajo con mala administración de los picos de ocupación, conflictos de autoridad, monotonía y reiteración de algunas tareas, problemas en las relaciones personales con los pacientes o sus familiares, desigualdades salariales, trabajos por turnos y tareas nocturnas, desajustes emocionales consecuencia de la exposición continuada con la enfermedad y la muerte… Todos ellos son algunos de los factores que debemos considerar. Para combatirlos hay aspectos claves que podemos abordar:
- Evitar el trabajo aislado siempre que sea posible.
- Valorar la importancia que tienen las reuniones periódicas con compañeros y responsables del centro.
- Resolver las incidencias que puedan surgir con residentes o familiares conjuntamente con nuestros compañeros. Diversidad de puntos de vista positiva.
- Consensuar los aspectos organizativos del trabajo (horarios, turnos, etc.)
- Demandar formación sobre técnicas y métodos de reconocimiento y manejo de la violencia.
- Evitar los estilos de mando que sean autoritarios, coercitivos o basados únicamente en las recompensas.
- Mantener un sistema eficiente de información y comunicación a todos los niveles.
- Fomentar en entrenamiento en habilidades sociales.
- Tener en cuenta el manejo de la distancia emocional con el usuario: equilibrio entre la indiferencia y la sobreimplicación.
- Favorecer un ambiente agradable, empezando por la distribución y presentación del centro: por ejemplo, un mobiliario moderno pero que al mismo tiempo no transmita una imagen fría que recuerde a un hospital.
Evidentemente resulta difícil implementar todas las medidas necesarias en el día a día complejo de un centro de atención a personas dependientes. En cualquier caso, una detección a tiempo y la gestión eficiente de nuestros recursos para subsanarlos debería ser nuestra máxima prioridad, especialmente considerando que nuestros usuarios son más vulnerables que en otros sectores y requieren un cuidado especial.