Un 30 % de la población que acude a un centro de atención primaria, lo hace debido a padecer dolor en alguna zona del cuerpo. El síndrome del dolor miofascial basa su existencia en los dolores que sufre el músculo pero que se perciben en un lugar diferente de su origen.
Esta patología se debe a la adopción de malas posturas o malos hábitos mientras nos encontramos en nuestro lugar de trabajo, según la Sociedad Española de Reumatología. Estos dolores implican un mecanismo fisiopatológico que se basa en el bloqueo de la relajación muscular, mediado a través del neurotransmisor acetilcolina en determinadas áreas del músculo.
Pero, ¿cómo se llega a producir este síndrome? Los traumatismos repetidos y los malos hábitos adoptados durante la jornada laboral ocasionan un bloqueo en el músculo que impide que se pueda relajar de forma adecuada, lo que lo convierte en el principal factor de riesgo de esta patología.
En la zona de la espalda se halla el dolor más común, ya que se trata de la parte anatómica más frecuente en la que la población reproduce su nivel de estrés, y de la zona lumbar las molestias pueden derivar hacia el glúteo. La diferencia principal entre estos dolores y los de una contractura, se basan en que el dolor se encuentra más localizado en un área determinada.
El Síndrome del Dolor Miofascial requiere de un tratamiento multidisciplinar, con el fin de eliminar los errores posturales que se cometen durante la jornada laboral y los malos hábitos que los trabajadores adoptan en su día a día.
Esta patología recuerda la importancia de prestar una especial atención a la manera en la que realizamos nuestro trabajo, poniendo un énfasis especial en las posturas que adoptamos durante la jornada laboral.
