Inhibidores de olores contra la contaminación odorífera en centros sociosanitarios

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Los elementos que conforman la calidad ambiental están a la orden del día. Más aún si se trata de residencias para la tercera edad o centros sociosanitarios.

Por eso se estudian a la perfección todos los elementos necesarios para conseguir un nivel de confort óptimo en términos de iluminación o ruidos. En posts anteriores, comentábamos que la incidencia de la luz solar en personas convalecientes, ayuda a mejorar el estado de ánimo, además de acelerar la recuperación.

La contaminación acústica también es una de las grandes preocupaciones en los centros sociosanitarios o residenciales. Siempre se procura regular el ruido, priorizando la tranquilidad de los residentes.

Pero lo cierto es que en la práctica, los olores son los grandes olvidados. Pese a que poco a poco van ganando terreno, dado que la contaminación odorífera es una de las principales problemáticas ambientales de los centros sociosanitarios, todavía no se han establecido unas pautas concretas que la regulen.

Partimos de la base de que, los focos de malos olores siempre van a existir. De hecho, en las residencias, la mayoría de las veces, la contaminación odorífera proviene de los propios residentes. Y esto puede resultar incómodo y molesto tanto para los propios residentes como para los profesionales que trabajan en estos centros.

Históricamente, la forma de tratar los malos olores ha sido enmascararlos, empleando el uso de ambientadores y otros compuestos químicos que, con su agradable aroma, se sobreponen a la contaminación odorífera del espacio.

La novedad reside actualmente en los productos inhibidores. Es decir, aquellos que atacan el mal olor, lo deshacen y lo desintegran hasta hacerlo desaparecer.

El éxito de estos eliminadores de olores se encuentra en su baja toxicidad y su composición molecular activa, que actúa por una vía química y biológica sobre los malos olores.

Su tecnología se basa en la liberación en el ambiente de varios principios activos capaces de reaccionar en un estado gaseoso con todas aquellas moléculas que causan la contaminación odorífera.

Para comprender esto, antes debemos considera que el olfato funciona únicamente con gases. Es decir, un líquido o sólido no huele mal, sino que esta sensación la provocan todos aquellos gases que se liberan debido a la descomposición del elemento en cuestión.

Por eso, para que este tipo de productos funcione, es necesario que haya corriente de aire en el ambiente, ya sea provocada por una fuente artificial o de forma natural mediante ventilación.


CONSEJO PAPELMATIC


En Papelmatic apostamos por este tipo de desodorizantes. Ya que su baja toxicidad ayuda a evitar riesgos en entornos tan susceptibles como son los centros sociosanitarios o las residencias para la tercera edad, a la vez que contribuye en una mejora del confort de estos espacios, eliminando olores que pueden resultar incómodos tanto para profesionales como para residentes o familiares.

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