Cuando hacemos ejercicio, debemos hidratarnos constantemente. El gimnasio, deberá proveer de fuentes dispensadoras de agua en las que podremos llenar una botella o bidón para el agua. Las botellas de plástico son más susceptibles de almacenar bacterias y por ello es mejor utilizar botellas de metal y lavarlas adecuadamente después de cada sesión, preferiblemente con agua caliente. Igual que con las toallas, no debemos compartir nuestra botella con otros usuarios (nota: este artículo es la segunda parte de un post publicado con el título Higiene en el gimnasio I).
En la piscina, es obligatorio utilizar chanclas de goma para caminar por el recinto, y casquete para recogernos el pelo. Además, antes de meternos en el agua debemos ducharnos con las duchas que el gimnasio dispondrá para ello en las zonas de piscina.
Si tomamos sesiones de sauna, es importante llevar traje de baño, chancletas de goma y poner una toalla para sentarnos sobre ella.
A la hora de permanecer en los vestuarios y las duchas, es importante que en ningún caso pisemos el suelo directamente con la planta de los pies, ya que la proliferación de hongos es alta en este tipo de lugares. Para evitarlo es necesario que utilicemos sandalias de goma que nos aislarán del suelo.
Debemos evitar ir al gimnasio cuando estemos enfermos con gripe, catarros o cualquier enfermedad contagiosa y si tenemos alguna herida reciente abierta, es mejor que cicatrice antes de volver para evitar infecciones.
El gimnasio, por su parte, debe velar para que se cumplan todas estas normas y amonestar a aquellos usuarios que no las sigan. Es su responsabilidad también contar con los correctos sistemas de ventilación y climatización, sobre todo en las salas de actividades dirigidas. La iluminación del centro en cada una de sus estancias debe ser la indicada. Además, todas las piscinas deben seguir su rutina de mantenimiento diaria, en cuanto a la limpieza, temperatura del agua y niveles de cloro. Como mínimo, dos veces al día el equipo de mantenimiento deberá hacer un repaso de todas las instalaciones, por un lado para evitar posibles contagios, y por el otro, para prevenir posibles accidentes provocados por el exceso de agua en el suelo, material mal colocado o máquinas con fallos en su funcionamiento.
Ante cualquier situación que consideremos de riesgo, ya sea a nivel de higiene o de seguridad, deberemos alertar al personal del centro para prevenir cualquier tipo de incidente.