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Prevenir el frío y las enfermedades en las residencias para mayores

In Bienestar personal by entorno saludableLeave a Comment

Con la llegada del invierno y de las temperaturas más extremas los profesionales de las residencias geriátricas deben extremar la vigilancia. Los ancianos presentan un déficit de adaptación a la temperatura externa. No toleran el frío y eso hace que incrementen enfermedades como la gripe, el catarro, la artrosis, la dermatitis o las alergias, entre otras, que se pueden llegar a complicar con graves consecuencias. Según algunos estudios, por cada grado que cae la temperatura por debajo de los 18ºC las muertes aumentan en cerca de un 1,5%. Recogemos algunas medidas de prevención que se tienen en cuenta en estos centros y que pueden contribuir al bienestar de los mayores.

 

-Temperatura constante: las residencias se deben mantener entre 18ºC y 21ºC. Así se evita el frío, que podría provocar un aumento en la presión arterial, lo cual a su vez incrementa el riesgo de un infarto o derrame cerebral. Esto se consigue mediante un buen sistema de calefacción y de aislamiento térmico del centro.

 

– Entorno: las habitaciones y sobre todo los espacios comunes se deben ventilar diariamente, por la mañana y por la tarde, por lo menos durante 15 minutos para renovar el aire. La entrada de sol en ambientes cerrados también es conveniente, así como mantener cierta humedad para evitar que el ambiente se reseque.

 

– Hábitos higiénicos: inculcar a los mayores que, para evitar contagios, deben lavarse las manos regularmente con agua y jabón, así como cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo de papel – de un solo uso- al toser o estornudar. Los cuidadores deberán evitar que compartan con otras personas platos, vasos, útiles de aseo o cualquier objeto que haya estado en contacto con saliva y mucosas.

 

– Respiración: los profesionales deben trabajar a diario con los ancianos, haciendo ejercicios respiratorios y enseñándoles a ejercitar el diafragma y potenciar el abdomen con aspiraciones lentas y profundas. Aprender a toser y a expectorar bien ayuda a que un simple catarro no acabe derivando en una complicación pulmonar más grave.

 

– Ropa: a pesar de encontrarse en un espacio interior, los residentes deben llevar ropa caliente, ligera y fácil de usar. Es conveniente proteger los pies con patucos o calcetines de lana. Los profesionales de la residencia también deben cuidar sus salidas a la calle, que lleven ropa de abrigo, guantes y gorro. Así se evita que el cuerpo se enfríe y sufra cambios bruscos de temperatura.

 

– Hidratación: el frío y la humedad contribuyen a resecar la piel, se acentúan los eccemas y las grietas en la piel, especialmente en la cara y las manos. Conviene que los cuidadores apliquen cremas hidratantes a los ancianos y les insistan en que deben beber líquido frecuentemente.

 

– Dieta: se recomienda incrementar la presencia de verdura, pescado y fruta natural con vitamina C, como las naranjas u otros cítricos, en los menús de los residentes ya que así aumentan sus defensas.

 

– Sistema locomotor: las bajas temperaturas pueden agravar el dolor, por eso conviene que los cuidadores les ayuden a tomar baños con agua caliente y les inviten a mantenerse activos con paseos y gimnasia ligera. Con el frío hay peligro de una inmovilidad excesiva y, en ese caso, conviene evitar que las articulaciones y los músculos se atrofien ya sea caminando o realizando actividades dentro de la propia residencia.

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