En los entornos sanitarios la higiene y el control de los residuos se convierten en algo vital.
Si echamos la vista 3 años atrás, recordaremos un caso que hizo temblar a medio país: el primer contagio por el virus Ébola.
Dicho caso no fue un escándalo por ser el primero, sino por las circunstancias en las que se había producido el contagio. Se plantearon varias hipótesis hasta llegar a asegurar que la auxiliar de enfermería Teresa Romera había contraído el virus al quitarse el traje de bioseguridad tras atender a un enfermo de Ébola.
Este hecho puso en cuestión los procedimientos y diferentes protocolos a seguir e invadió los telenoticias de reportajes que trataban de explicar cómo debía desecharse un traje de estas características y en aquellas circunstancias concretas.
Ya hemos comentado en otros posts la importancia de desechar correctamente aquellos elementos que contienen restos víricos.
Por eso, en entornos hospitalarios donde estos virus acostumbran a ser algo más que una simple gripe, es tan importante saber dónde podemos desechar los elementos potencialmente peligrosos de cara a un posible contagio, además de utilizar una bolsa de residuos adecuada.
Para ello se crearon las llamadas bolsas GII, especialmente homologadas para este tipo de casos. Podemos reconocerlas porque vienen expresamente serigrafiadas con el término GII.
Lo que las hace diferentes a todas las demás bolsas es su grosor, diseñado y creado expresamente para albergar residuos sanitarios y evitar a la vez que la bolsa se rompa.
Las bolsas GII están pensadas para contener jeringas, papel textil, envoltorios o cualquier otro material dentro de ese mismo entorno que se haya visto contaminado o que suponga un peligro potencial contra la salud tanto de trabajadores como de pacientes.
CONSEJO PAPELMATIC
Las bolsas GII, además de ser un requisito que todos los centros sanitarios deben cumplir, suponen un plus para la seguridad del mismo centro.
En ocasiones, es igual o más importante el hecho de mantener una buena higiene y desechar los productos correctamente que el uso de equipos de protección personal.
Por ejemplo, si usamos unos guantes, debemos entender que éstos no solamente actúan para proteger nuestras manos. Es decir, en caso de que estén contaminados, suponen un riesgo potencial para el entorno. Por eso es tan importante desecharlos en la bolsa adecuada, la cual sabemos que será tratada con especial atención debido a la peligrosidad de su contenido.
A todo esto, debemos sumarle la importancia de una buena higiene de manos, ya que éstas actúan como principal punto de contacto entre el entorno y nosotros mismos y, por tanto, como principales transmisoras de virus.