Se calcula que los humanos pasamos más de un 80% de nuestro tiempo en espacios interiores. Por ello, es importante que el aire que se encuentra en el interior de un edificio cumpla unos requisitos de calidad. La prevención sobre la calidad del aire es un problema que se ha potenciado durante los últimos años dado el creciente diseño de edificios herméticos. Estos funcionan con recirculación del aire y, en consecuencia, aumentan la contaminación interior.
El Instituto Nacional de Seguridad e Higiende en el Trabajo (INSHT) define la calidad del aire interior como el conjunto de condiciones ambientales existentes en un recinto cerrado, instalación y/o edificación. Los contaminantes presentes en el aire ambiente penetran en el organismo por inhalación y, por tanto, afectan inicialmente al tracto respiratorio, pudiendo también ser absorbidos y afectar a otros órganos o acumularse en distintos tejidos.
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad concluye que las deficiencias más frecuentes encontradas que afectan a la calidad del aire son consecuencia de factores como:
1. Una ventilación inadecuada debida a un insuficiente suministro de aire fresco, sea por recirculación del aire o un bajo caudal de impulsión; o una incorrecta filtración del aire por un mantenimiento incorrecto o un inadecuado diseño del sistema de filtración; o bien, por una temperatura del aire y humedad relativa extremas.
2. La contaminación interior proveniente de orígenes como el propio individuo, contaminaciones cruzadas, utilización inadecuada de productos de limpieza, desinfectantes, o por gases de combustión (cafeterías, fumar, etc.).
3. La contaminación exterior debida a la entrada en el edificio de humos de escape de vehículos, gases de calderas, productos utilizados en construcción y mantenimiento, etc. Existen estudios que demuestran que si aumenta la concentración en el aire exterior de un contaminante, aumenta a su vez su concentración en el interior del edificio, aunque más lentamente.
Algunas organizaciones como la Organización Mundial de la Salud han realizado algunas guías prácticas con recomendaciones y métodos de control de la calidad del aire. Entre ellas:
– Si se identifica el foco de contaminación debe eliminarse o, en su defecto, substituirse.
– Si no se pudiese eliminar la fuente de contaminación se debe procurar recubrir con barras (pinturas adecuadas, por ejemplo).
– Comprobar la eficacia de la ventilación, realizando los tests necesarios para comprobar que se cumplen los parámetros exigidos.
GRUPO EFEBÉ
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