La Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) alcanza su ‘mayoría de edad’ tras 18 años en vigor y por ello, los expertos en la materia han querido hacer balance de estas casi dos décadas de prevención regularizada por la LPRL.
En primer lugar, se consideran “irregulares e insatisfactorios” los resultados obtenidos por la LPRL, ya que la aprobación de la ley, en 1995, situó a España entre los países punteros en la materia, pero la realidad de su práctica habitual en el ámbito laboral sigue poniendo de manifiesto graves carencias en el rigor de su aplicación.
En la balanza figuran algunos aspectos positivos, como por ejemplo la reducción de la mortalidad. Entre 2000 y 2012, la cifra de fallecidos ha disminuido tanto en números absolutos (de 1.580 a 444) como relativos (de 9,2 a 3,8 por cada 100.000 habitantes en jornada laboral).
Sin embargo, aún estamos lejos de los indicadores de los países de nuestro entorno. En un reciente informe sobre prevención de riesgos laborales, los trabajadores encuestados declararon estar expuestos a riesgos ambientales, demandas o exigencias físicas importantes y riesgos de tipo psicosocial. Además, según los últimos datos de la VII Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo (2011), un 17% de los trabajadores españoles declara que su estado de salud ha sido «regular, malo o muy malo», por lo que se debe reconocer que la aplicación de la LPRL tiene aún recorrido de mejora.
En referencia a la reducción de la siniestralidad laboral, los expertos valoran positivamente el descenso, pero se recuerda que la existencia de un solo accidente mortal o grave supone en sí mismo un fracaso del sistema.
El balance de los 18 años de la LPRL se completa con una serie de propuestas constructivas, entre las que destacan tres:
- Necesidad de simplificar, racionalizar y homogeneizar la ley, de forma que cada uno de los actores pueda ejercerla en función de su dimensión o sector de actividad, con menor incertidumbre y partiendo del desarrollo de sus propias estrategias competitivas, y no mediante la aplicación mecánica de unos patrones indiferenciados.
- Es imprescindible que las empresas dispongan de información cuantificable que les permita cambiar de punto de vista sobre la prevención, pasando de la visión de coste a la de inversión que mejora el clima laboral, la imagen de la empresa y la rentabilidad. Para ello, es necesario implicar a la Dirección de la empresa para que integre ese nuevo punto de vista en los procesos y responsabilidades.
- La ausencia de un modelo claro por parte de las administraciones está provocando en época de crisis una reestructuración no ordenada del sector de los Servicios de Prevención Ajenos (SPA), con una pérdida de buena parte del capital empresarial y humano atesorado desde la promulgación de la LPRL en 1995.