Los gérmenes son unos microorganismos tan diminutos que resulta imposible verlos a simple vista. Pero el hecho de que nosotros no los veamos, no quiere decir que no estén alojados en cualquier parte.
Bien es sabido que estas bacterias suelen encontrarse en el mismo aire y que, en muchos casos, son las principales causantes de gripes y catarros. De hecho, la mayoría de nosotros solemos pensar que, manteniendo nuestra casa limpia, estamos a salvo de cualquier contagio. Pero eso no es del todo cierto.
Y es que los gérmenes pueden cobijarse en sitios que jamás hubiéramos imaginado, como por ejemplo, en el cepillo de dientes. Una herramienta tan cotidiana y precisamente pensada para mantener nuestra higiene bucal, es capaz de albergar miles de bacterias. Y es que la humedad que contiene el cepillo junto con la que se encuentra en el mismo ambiente, propician el crecimiento de gérmenes. Pero si además le sumamos a esto el hecho de que hemos estado enfermos, el peligro de contagio es todavía peor. Por eso, los expertos recomiendan deshacerse del cepillo de dientes después de haber superado cualquier virus infeccioso. De no ser así, se recomienda reemplazar el mismo cada dos o tres meses.
Además de aplicar un cuidado específico sobre nuestro cepillo de dientes, también es importante mantener una buena higiene en nuestro baño para evitar así que se produzca cualquier tipo de contaminación cruzada. Y es que, aunque parezca mentira, es posible que las bacterias que se alojan en nuestro inodoro salten a nuestro cepillo de dientes o, sin ir más lejos, otro cepillo “poco higiénico” contagie al nuestro.
¿Cómo es esto posible? Fácil. Si tocamos el inodoro y no nos lavamos las manos posteriormente, las bacterias que quedan en nuestras manos se traspasan al cepillo a la hora de lavarnos los dientes.
Para desinfectar o simplemente mantener nuestro cepillo limpio, es importante enjuagarlo con agua potable o aplicar sobre él un enjuague bucal antibacterial.
Por último, existen una serie de pasos que debemos seguir durante el cepillado:
- Aplicar un enjuague bucal antes del cepillado. Esto consigue reducir la carga bacterial de nuestra boca. De la misma manera que estos virus potenciales entran en contacto con el cepillo.
- Lavarse las manos antes de agarrar el cepillo para asegurarnos además de que las posibles bacterias alojados en nuestras manos no se traspasan al cepillo.
- Mantener el cepillo siempre limpio. Precisamente, el cepillo de dientes es el encargado de mantener la higiene bucal. Y por ello es tan importante mantenerlo siempre limpio. Para acabar, y aunque parezca una obviedad, es esencial no compartir jamás el cepillo de dientes.
CONSEJO HGS
Como podemos observar, en ocasiones, un déficit de higiene y de cuidado del entorno, se traduce en patologías en nuestra propia persona. Es importante no solo mantener a raya el propio espacio, sino también cuidar los elementos que se encuentran en él y tratarlos como fuentes de virus potenciales.