El recreo adaptado a la escuela del siglo XXI

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Resulta una obviedad decir que los métodos de enseñanza y educación en la escuela han cambiado mucho durante las últimas décadas. Pero no está de más cuestionarse si las infraestructuras sobre las cuales se fomentan estos nuevos valores han sido trabajadas para facilitar el período de transición y ser coherentes con el cambio.

La respuesta es que la mayoría de colegios se ha limitado a modificar los métodos de enseñanza sin tener en cuenta el gran abanico de posibilidades que ofrecen los diferentes espacios de la escuela a la contribución del nuevo modelo educativo.

El ejemplo más claro de ello es el espacio del recreo. Y es que, si realmente queremos educar a nuestros pequeños en un ambiente lúdico y que les ayude a retener los conceptos aprendidos en las aulas, ¿Qué necesidad hay de remarcar esos treinta minutos que dura el recreo como algo totalmente opuesto a las horas lectivas?

Son muy pocas las escuelas que se atreven a conectar a sus alumnos con el entorno exterior más allá de lo que dura esa media hora de alboroto para los niños.
Y es que una vez se supera el ciclo de párvulos, los patios de la escuela solamente ofrecen jugar al fútbol o al baloncesto o aspiran a ser espacios en los que se gestan charlas interminables.

¿Pero qué hay sobre la experimentación, sobre llevar a la práctica aquello que se ha aprendido en un libro? ¿Por qué no introducir elementos naturales a la par que lúdicos, que ayuden a fomentar la psicomotrocidad a la vez que acerquen a los niños a la naturaleza?

La educación del siglo XXI necesita una escuela que motive a la curiosidad y al desarrollo de la actividad física en todos sus espacios.

Algo tan simple como crear un huerto urbano o introducir desniveles en el terreno, pensados para trabajar la psicomotrocidad como algo natural y casi necesario. Añadir circuitos lúdicos especialmente diseñados para cubrir las necesidades de este nuevo modelo de escuela. Y todo esto sin olvidar las texturas, como por ejemplo, el uso de tierra; uno de los mayores entretenimientos de los niños y que además ayuda a conectarlos con la naturaleza.


CONSEJO EFEBÉ


Desde Efebé creemos necesario adaptar todos los espacios de una escuela al nuevo modelo educativo. Pero también pensamos que no sólo basta con instalar un tobogán y unos columpios en la zona del recreo. Es importante elegir materiales y estructuras seguras para un público tan vulnerable como los niños, y que además cumplan con la normativa vigente.

Antes de realizar cualquier cambio, es necesario realizar un estudio previo que considere aquellos elementos estratégicos para el buen funcionamiento del espacio. Como por ejemplo, el buen drenaje de los suelos o la iluminación.

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