Desmontando 6 falsos mitos de la limpieza

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Nuestra cultura de la limpieza se ha fomentado durante muchos años a base de la sabiduría popular y de los trucos basados más en la experiencia que en la ciencia.

Si bien es cierto que los estudios que hablan sobre la higiene y la limpieza han ido cobrando importancia y acercándose o relacionándose cada vez más con el mundo de la salud, en nuestra cultura todavía existen varios mitos o leyendas urbanas sobre los útiles de limpieza que nos costará mucho eliminar. Veamos algunas de ellas:

  1. “Ante las manchas más difíciles, la lejía todo lo puede”. La lejía, también conocida como lavandina, es un desinfectante; en ningún caso un detergente. Si nuestro objetivo es acabar con los gérmenes o bacterias, éste será el producto que necesitamos. No obstante, si lo que queremos es eliminar una mancha o limpiar una superficie, debemos recurrir a un detergente potente o conformarnos con uno normal y mucha paciencia a la hora de frotar.
  2. “Cuanto más jabón utilicemos, más limpio quedará”. La función del jabón es desprender la suciedad de las superficies a las cuales está adherida. Puede ser el caso de la ropa o de la vajilla. Pero en ningún caso el jabón absorbe o elimina la suciedad; de eso se encargan los aclarados con agua. Muestra de ello son las máquinas de limpieza con cantidades de agua fijas para el aclarado. Cuanto más jabón echemos en un lavavajillas o lavadora, menos suciedad eliminaremos, ya que el agua que se destina al aclarado no dará abasto para eliminar los residuos.
  3. “Y si la lejía no funciona… Recurrimos al amoniaco”. Otro mito. El amoniaco actúa como desengrasante y desinfectante. Tiene una función muy concreta. Además, se trata de un producto con una formulación potente, lo cual, en ocasiones, puede volverse en nuestra contra. A no ser que nuestro objetivo sea eliminar una superficie de grasa, deberíamos prescindir del amoniaco para el lavado regular de suelos o superficies, ya que sus fuertes agentes podrían llegar a deteriorarlas.
  4. “¿Lavar el lavavajillas, para qué”. Podemos llegar a pensar que el lavavajillas está constantemente limpio porque se encuentra en contacto con jabón y agua en cada uso. Lo mismo pasa con la lavadora. Pero aquellos que creen que una máquina de lavado se limpia sola están equivocados. Al estar en contacto con agua, estos aparatos se encuentran en un estado de humedad casi permanente, lo cual se convierte en el nido perfecto para bacterias y hongos. Para una limpieza exhaustiva del lavavajillas debemos recurrir a productos específicos.
  5. “El baño es la parte más sucia de la casa y requiere más atención”. Sí y no. No está de más que prestemos atención a la limpieza del baño. Pero cometemos un error en el momento en el que desatendemos otras superficies o espacios. Por ejemplo, varios estudios demuestran que el teclado del ordenador acumula muchas más bacterias que un inodoro. Esto se debe a la gran cantidad de gérmenes que se propagan desde nuestras manos, el principal punto de contacto con el entorno. ¿Y cuántas veces habremos limpiado el teclado o el ratón de un ordenador? Muy pocos. Hay gente que incluso piensa que eso es cosa de los obsesos de la limpieza. En este aspecto, no sólo es importante limpiar exhaustivamente la superficie, sino que también debemos mantener nuestras manos limpias el mayor tiempo posible.
  6. “El uso de guantes siempre es más higiénico”. ¡Correcto! ¿Pero de qué manera? En el momento en el que decidimos utilizar guantes, ya sea para manipular alimentos o para la limpieza, debemos tener en cuenta que si queremos que éstos sean efectivos en términos de higiene, deben ser de un solo uso. Seamos realistas, cuando optamos por el uso de los típicos guantes rosas de látex o nitrilo, no los limpiamos después de todo el proceso de manipulación. De todas formas, aunque nos lo planteáramos, cabe decir que este material dificulta la eliminación de patógenos al 100%. ¿La mejor solución? Usar guantes de un solo uso y cambiarlos cada vez que cambiemos de superficie/tarea.

Estos seis mitos nos demuestran que la solución no está en aplicar más cantidad de producto, si no en utilizar los materiales adecuados y específicos para cada tarea.


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