Los pasados 20 y 21 junio, el Colegio de Arquitectos de Catalunya acogió el II Congreso de Arquitectura y Salud y congregó a arquitectos, aparejadores, médicos, biólogos, constructores, periodistas, estudiantes de las diversas disciplinas y, en general, a todo el mundo interesado en el hábitat saludable.
El congreso pretendía proporcionar una visión global de la relación entre los edificios y la ciudad y la salud de los que viven y trabajan; divulgar algunos de los conocimientos existentes en este campo; y crear interés al aprender más, provocar el debate y concienciar sobre esta problemática.
Cada vez más personas expresan su insatisfacción con el modelo de vida actual: estresante, que prioriza el aspecto consumista y productivo-laboral por encima de los otros aspectos como la cultura, la amistad, las afecciones, el pensamiento o la relación con la naturaleza. El congreso pretendía demostrar que sí hay alternativas en todos estos campos.
Como conclusiones, durante las dos jornadas se constató que, del mismo modo que hay políticas de prevención de riesgos laborales, todos los agentes vinculados al mundo de la arquitectura y la construcción deberían procurar que todos los edificios sean lo más saludables posible y hacerlos el máximo de confortables.
Un edificio tiene que garantizar la salud de los que viven o trabajan y no favorecer que se pongan enfermos. Esta necesidad conduce no sólo a los valores de la buena arquitectura, sino a pensar en cómo tienen que ser las ciudades y qué riesgos comportan algunas tecnologías y materiales, hasta llegar a configurar una manera de hacer que, por el encima de consideraciones económicas, tiene que buscar el bienestar de las personas y las comunidades y por lo tanto tiene que ser fundamentalmente ética.
Además, la aparición de varias enfermedades, como la lipoatrofia semicircular, en las personas que trabajan o viven en los llamados “edificio enfermo” ha creado la necesidad de aumentar los conocimientos en este campo de la salud derivada de ciertas condiciones deficientes de los edificios que construimos y rehabilitamos.
Y para ello, en el congreso se trataron conceptos como: las ciudades inteligentes, edificios enfermos, calidad del ambiente interior de los edificios y se pusieron sobre la mesa preguntas como: ¿vivimos en ciudades inteligentes y saludables?; ¿apostamos por innovar sin perder de vista los conocimientos de la tradición?; ¿cómo mejorar el bienestar y el confort?; ¿cómo crear espacios que fomenten el bienestar y la salud?; o arquitectura, salud y ética: ¿dónde están los límites y quién los pone?
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